Kansas City – “La ciudad de las fuentes”, así se le conoce a la sede de los Reales en Missouri.
Hablar de esta ciudad es hablar de verano, de intenso calor, de asados o parrilladas, de un Kauffman Stadium que literalmente le derretía la suela de los zapatos a los jugadores en la época de los 80 y 90.
Pero seguimos en abril, y este jueves Kansas City recibió a los Tigres de Detroit con unos poco amigables 56 grados Fahrenheit, y la sensación térmica causada por la constante brisa hacía un poco menos tolerable el ambiente. Tanto así que, minutos antes de salir a calentar antes del juego, varios jugadores y coaches se acercaron al cuarto de depósito de uniformes en el vestidor para pedirle al Jefe de Clubhouse, Jim Schmakel, una chaqueta o un sweater extra porque, si durante la práctica hizo frío, para la noche el panorama no perfilaba bien.
Pero el frío no era la noticia, (sólo una incómoda anécdota). Más importante es saber que Miguel Cabrera comenzó la serie ante los Reales con 2.991 hits en su carrera en las mayores.
Y el rival del día era el derecho Zack Greinke con sus rectas ubicadas entre 85 y 90 millas por hora.
“Él es muy mañoso”, dijo Cabrera al terminar el juego, por ello su plan consistió en atacar temprano en los turnos. Y le dio resultado.
El venezolano le dio al derecho de Kansas City dos de sus tres imparables de la noche, para llegar a 16 juegos de tres hits o más en la casa de los Reales y asegurarse que ningún jugador activo tenga más juegos así que él en Kauffman Stadium.
¿Cómo fue?
El 2.992 cayó en el bosque central tras una sinker de Greinke. El segundo de la noche fue ante una curva, y aterrizó en el left field.
El 2.994 fue por el bosque derecho, el área preferida de Cabrera. En esta ocasión el pitcher rival era Collin Snider, quien le soltó otra sinker, pero ésta vez vino a 94.3 millas por hora, algo diferente a las serpentinas de Greinke.
Se puede decir que el estadio de las fuentes en el outfield le sienta bien a Miguel, y es que de por vida en este escenario batea para .320/.382/.511 con 42 extrabases y 90 impulsadas.
Cabrera llegó a 11 juegos de sólo tres imparables en Kauffman Stadium. Habiendo ocurrido cuatro de esos cotejos a partir de la temporada 2.020
Sentados cerca del dugout de tercera base, una pareja trajo un contador de hits hecho a mano en cartulina, de esos que sólo le arrancas el número que ya no cuenta y queda listo el que sigue. Estas dos personas se gozaron la barrida de Cabrera en el home en el segundo inning, cuando anotó tras elevado de sacrificio de Harold Castro.
“¡Viste eso? ¡Soy Speedy González!”, soltó con picardía el maracayero tras el cotejo.
En su Venezuela natal, los fanáticos del béisbol están ansiosos porque el bateador designado de los Tigres se convierta en el primero nacido allí con 3.000 imparables, y que lo haga lo más pronto posible.
Pero él no tiene apuro: “yo sé que hay mucha presión y que todos están pendientes. Sin embargo, estoy en una buena posición en este momento. Espero que ganemos más juegos, eso es lo más importante… si ganamos, creo que los números van a estar ahí”, explicó.
No hay apuro, los hits están por llegar y los Tigres necesitan a Miguel para lograrlo.
Faltan 6 para los 3.000.
Texto: MLB.com